domingo, 31 de mayo de 2009

Taxidermia, del esclavismo a las sociedades unipersonales

Taxidermia tiene en común con "el tambor de hojalata" de Günter Grass dos cosillas:

Para contar la historia del Taxidermista, al que hace honor el título, se remonta a sus abuelos, y su peculiar "savoir vivre". Díficil de ver, de seguir y de entender, es una historia en tres capítulos claramente diferenciados, abuelos, padres e hijos.

Su cercanía a regímenes totalitarios, en este caso, la hungría comunista. Su jugar con el ejercito, la competición el exito y el fracaso.

Personalmente no sé si me ha gustado o no. Me parece que hay que verla, que no deja indiferente. De estética brutal, entre lo puramente escatológico y de mal gusto y el surrealismo casi mágico, hay momento en los que cuesta continuar viéndola. Quizá solo por eso merecería la pena verla. La imágen entre el cine gore más absurdo y la crueldad de "Salo" de Pasolini hace que por momentos nos perdamos el trasfondo de lo que pretende contar.

Por pretender, entiendo que quiere ser una crítica brutal a la Europa del siglo XX, en esta ocasión centrada en Hungría. El primer capítulo se da en la segunda guerra Mundial, el segundo se sitúa en la Hungría comunista y el último en la actual. Crítica al clasismo, elitismo, la búsqueda del éxito, de la competición y del arte.

Lo cierto es que no se termina muy bien de entender si es una crítica a la sociedad o si las tres últimas generaciones solo sirven como escenario dónde verter vísceras, órganos y litos y litros de vómito

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